Invertir en eficiencia hídrica como invertimos en eficiencia energética
El 55% del territorio portugués está en sequía severa y el 45% restante en sequía extrema, pero Portugal sigue desperdiciando cada día el agua equivalente a 252 piscinas olímpicas
El continente europeo se enfrenta a la peor sequía de los últimos cinco siglos, siendo Portugal uno de los países más afectados. Según el último informe “Drought in Europe – August 2022” del Observatorio Europeo de la Sequía, casi la mitad del territorio de la Unión Europea (UE), el 47%, está bajo alerta de sequía. En Portugal, el índice de seguimiento de la sequía utilizado por el Instituto Portugués del Mar y la Atmósfera (IPMA) muestra 55% del territorio en sequía severa y 45% en sequía extrema.
La sequía no es una realidad desconocida para los portugueses, pero la frecuencia e intensidad del fenómeno ha ido aumentando en las últimas décadas y todas las proyecciones climáticas apuntan a la continuación de esta tendencia, potenciada por el cambio climático. Los especialistas no tienen dudas: el futuro será más caliente y seco. Por lo tanto, es imperativo tomar medidas, sobre todo para racionalizar y aprovechar el agua, un recurso esencial y cada vez más escaso.
Ya en julio de este año, el gobierno decretó el racionamiento de agua en los complejos turísticos del Algarve, es decir, la racionalización del agua para los campos de golf y los espacios verdes. Muchos municipios, de norte a sur del país, han adoptado medidas para reducir el consumo de agua, por ejemplo, limitando el consumo público no esencial (como el lavado de suelos y coches) y reduciendo al mínimo el riego de las zonas verdes, además de promover campañas de concienciación que animen a los ciudadanos a ahorrar agua.
Las medidas son ciertamente útiles, todas ellas; pero es necesario intervenir aguas arriba, es decir, trabajar en la red de suministro y distribución para poder controlar y reducir significativamente las fugas inherentes al sistema.
El derroche diario de agua equivale a 252 piscinas olímpicas
Al analizar los datos de la Autoridad Reguladora del Agua y los Residuos (ERSAR), en su informe de 2021, vemos que gran parte del agua extraída se pierde o no se factura. La red nacional de suministro de agua pierde 174 millones de m3 al año, a nivel nacional. Para hacernos una idea, esto equivale a perder 252 piscinas olímpicas cada día. Es casi como si cada municipio portugués llenara una piscina olímpica cada día y luego la tirara. Un número aterrador.
Las razones de estas pérdidas son conocidas y una de las principales está relacionada con la propia red de distribución de agua. Como suele ser una infraestructura antigua y ramificada, es propensa a las fugas que difícilmente se detectan a tiempo porque se producen bajo tierra, fuera de la vista, y el agua desperdiciada se absorbe continuamente.
La ausencia de procedimientos eficaces de control de la red de suministro impide identificar las pérdidas de agua y dificulta la adopción de las medidas necesarias para mitigarlas. Sin embargo, ya existen soluciones tecnológicas, basadas en el internet de las cosas (IoT), que precisamente permiten recoger información en tiempo real sobre las fugas en la red pública de agua. En otras palabras, es posible actuar de forma activa y sistemática para prevenir y mitigar el desperdicio de agua, maximizando así la eficiencia en la gestión de este valioso recurso.
Apoyar las medidas de eficiencia del agua
Si la eficiencia energética es, afortunadamente, un concepto ya muy explorado que se está abriendo paso en nuestros hogares, empresas y servicios públicos, la noción de eficiencia del agua sólo empieza a cobrar relevancia ahora, dado el actual contexto de crisis de los recursos hídricos y el previsible empeoramiento de la tendencia, relacionado con el cambio climático.
Existen varios programas europeos y gubernamentales de apoyo a las inversiones que fomentan la eficiencia energética. Incluso con la guerra en Ucrania, la UE se apresuró a presentar una serie de medidas de eficiencia energética. Sin embargo, que sepamos, no hay nada a la misma escala para la eficiencia del agua. Y debería haber.
¿No es hora de que la UE y los Estados miembros empiecen a fomentar la adopción de medidas que la promuevan? Seguramente todos ganaríamos si viéramos reflejada la necesidad de ahorrar agua en nuestras políticas públicas y presupuestos municipales. Preferiblemente cuanto antes, para evitar futuras medidas drásticas dictadas por contextos de emergencia.
Miguel Allen Lima
ARQUILED CEO