Ahorrar agua es una medida de eficiencia energética
Agua y energía, dos recursos críticos interconectados que no deben desperdiciarse para reducir el consumo, ahorrar recursos y combatir el impacto del cambio climático y el riesgo de sequía
Como argumenté anteriormente en el artículo “Ahorrar agua es también ahorrar energía”, creo que es necesario un enfoque holístico de la gestión de estos dos recursos críticos: agua y energía. Más recientemente, profundicé en este tema en la Conferencia Internacional sobre Ahorro de Energía de ISEL con el artículo científico “Energy losses in water systems“, en el que propongo una nueva metodología para calcular el derroche de energía resultante de las fugas de agua.
El análisis del balance energético de los sistemas de distribución de agua confirma que las fugas de agua representan una pérdida de energía. Aunque ya existen métodos para estimar con precisión las pérdidas de energía, son complejos y requieren un conocimiento profundo de la infraestructura. En el artículo propuse un método sencillo para evaluar el “potencial económico de las inversiones en eficiencia energética en las redes de agua“.
Agua y energía: una relación umbilical
El agua es necesaria para producir energía, pero el sistema de abastecimiento de agua es también un proceso que consume hasta el 4% de la energía mundial. En otras palabras, recoger, tratar y distribuir agua es un proceso que consume mucha energía.
En Portugal, el sector del agua consume alrededor del 6% de la electricidad doméstica. Debido a la creciente escasez de agua, es necesario captarla a mayor profundidad y transportarla a distancias más largas, utilizando incluso camiones cisterna para abastecer a la población en situaciones de sequía extrema, como la que hemos vivido este verano en algunas regiones del país.
Esto significa que necesitamos más energía para tener agua potable en nuestros hogares, y deja claro que el uso ineficiente de la energía y el agua se retroalimentan de forma negativa: la energía fósil acelera el cambio climático, hace que el agua sea más escasa y que su recogida requiera más energía.
Si no se hace nada, cada vez será más difícil detener esta espiral y evitar sus efectos indeseados.
Dos caras del mismo problema, pero ¿cómo resolverlo?
¿Qué debemos hacer? Por un lado, debemos animar a las organizaciones del sector a que produzcan su propia energía limpia y apliquen medidas de eficiencia energética. Así reducirán su dependencia energética y su huella de carbono.
Por otro lado, debemos ser plenamente conscientes de que las redes públicas de agua pierden una media del 21%[1] de su agua. Y tomar medidas para reducir drásticamente esta cifra. Esta pérdida de agua se traduce en una pérdida de energía. Energía que ha tenido que inyectarse en el sistema para transportar el agua perdida, pero también para vencer la fricción en las tuberías.
Quizás tenga más impacto dicho de esta manera: ¡el volumen de agua que se pierde en el país equivale a 252 piscinas olímpicas al día!
De las investigaciones que hemos realizado se desprende que un desperdicio de agua del 21% se traduce en una pérdida de energía de entre el 21% y el 50% de la energía inyectada en el sistema. En otras palabras, más del 21% de la energía inyectada en el sistema se pierde como consecuencia de las pérdidas de agua. La relación entre estas dos variables queda así demostrada, dejando claro que reducir las pérdidas de agua es también una medida de eficiencia energética.
En este contexto, creo que es imprescindible digitilizar la red de distribución de agua para reducir el despilfarro de agua (¡y de energía!) en la red pública, por lo que ARQUILED y Stattus4 han presentado un sistema de inteligencia artificial para la monitorización de las pérdidas de agua que permite operativizar proyectos de eficiencia en la red de distribución de agua, promoviendo la sostenibilidad de los recursos hídricos y reduciendo las pérdidas comerciales.
El caso portugués
Según ERSAR, en 2021 operaban 232 distribuidores de agua. La mayoría de ellos son municipios o agregaciones municipales que compran agua a los diez distribuidores mayoristas existentes.
Por término medio, cada operador pierde alrededor del 21% de su agua y consume aproximadamente 6 GWh de energía al año. La energía perdida es suficiente para abastecer a más de 300 hogares, y en casos extremos puede llegar a 700. Extrapolando a todo el país, eso supone más de 80.000 hogares. Extrapolando a todo el país, ¡son más de 80.000 hogares!
Teniendo en cuenta el coste de compra del agua y el coste de la energía, cada distribuidor pierde de media unos 2,6 millones de euros al año. Más de 650 millones de euros en todo el país.
Se trata de una oportunidad única para revolucionar este sector y contribuir así doblemente a la sostenibilidad del planeta. Y es que ahorrar agua también significa ahorrar energía y hay muchos residuos.
Miguel Allen Lima
ARQUILED CEO
[1] Datos del informe 2021 de ERSAR – La autoridad portuguesa reguladora de los servicios de agua y residuos.