Ahorrar agua es también ahorrar energía
En un artículo publicado originalmente en Linkedin, Miguel Allen Lima aboga por un enfoque holístico para resolver el problema del uso ineficiente de estos dos recursos esenciales
El agua es fundamental para nuestra supervivencia y, al mismo tiempo, es cada vez más escasa, como desgraciadamente hemos visto en los últimos tiempos. Según el índice de seguimiento de la sequía utilizado por el IPMA*, este es uno de los años más secos de las últimas nueve décadas en Portugal. Y teniendo en cuenta el cambio climático, se espera que el escenario empeore.
A este escenario, ya de por sí sombrío, se suma la continua dependencia de los combustibles fósiles y la escalada de precios de la energía que se ha producido desde el inicio de la guerra en Ucrania y que ha dificultado la transición energética.
Energía y agua: dos temas estrechamente relacionados
La producción de energía tiene una fuerte huella de carbono con impactos directos en el cambio climático. Estos cambios provocan el aumento de los periodos de sequía, el incremento de las temperaturas y la desertización del territorio, con mayor incidencia en el sur de Europa. En otras palabras, hacen del agua dulce un recurso aún más escaso.
Por otro lado, la recogida, el tratamiento y la distribución del agua es un proceso que requiere mucha energía. Sólo en Portugal, el sector del agua tiene un consumo energético de alrededor del 6% del consumo doméstico de electricidad. Con la creciente escasez de agua, es necesario recoger agua de mayores profundidades y transportarla a mayores distancias, utilizando incluso camiones cisterna para abastecer a las poblaciones en situaciones de extrema sequía, como las que hemos vivido este verano en algunas regiones de Portugal. Esto supone un mayor consumo de energía para tener agua potable en nuestros hogares.
Por tanto, está claro que el uso ineficiente de la energía y el agua se retroalimenta mutuamente de forma negativa: la energía fósil acelera el cambio climático, hace que el agua sea más escasa y su captación requiera más energía. Si no se hace nada, será cada vez más difícil salir de esta espiral y evitar sus efectos indeseados.
Un enfoque holístico del problema
Por un lado, debemos animar a las entidades del sector a producir su propia energía limpia y aplicar medidas de eficiencia energética. Con ello reducen su dependencia energética y su huella de carbono.
Por otro lado, dado que las redes de abastecimiento público pierden el 30% del agua por término medio, la reducción de estas pérdidas no sólo supondrá un ahorro directo de agua, sino que también, indirectamente, reducirá la energía necesaria en todo el sistema.
En esta perspectiva, para ayudar a los municipios a implementar proyectos de eficiencia hídrica, ARQUILED se ha asociado con la empresa brasileña Stattus4 y juntos han presentado recientemente un sistema de inteligencia artificial para monitorizar en tiempo real la red de abastecimiento a través de sensores IoT.
Se trata de una oportunidad única para revolucionar este sector y contribuir así doblemente a la sostenibilidad del planeta. Y es que ahorrar agua es también ahorrar energía.
Miguel Allen Lima
ARQUILED CEO
*Instituto Portugués del Mar y la Atmósfera