Las consecuencias de la guerra en la industria
Miguel Allen Lima, director general de ARQUILED, explica por qué el escenario económico derivado de la invasión rusa a Ucrania "no es alentador" para la industria
Cuando el mundo sigue luchando contra una pandemia, he aquí que tenemos a Europa en un escenario de guerra. Algo impensable hasta hace muy poco. E independientemente de la duración y alcance del conflicto, los daños humanos y económicos ya son altos y llevarán mucho tiempo sanar.
En el plano económico, la pandemia ya había obligado a varias fábricas a cerrar o limitar la producción, creando escasez de bienes y materias primas. Por la misma razón, el cierre de los puertos marítimos creó un caos en las cadenas logísticas, agravando la escasez y provocando una importante subida de precios y una enorme presión sobre la economía.
En un año el coste del transporte marítimo ha subido un 500% y el aluminio está en máximos históricos, alcanzando los 4.000 dólares por tonelada, el doble que antes de la pandemia. En cuanto a los semiconductores, hay componentes con plazos de entrega de más de un año, que afectan a toda la electrónica de consumo y los equipos eléctricos. Según el boletín del INE (instituto nacional de estadística de Portugal) del mes de febrero, el Índice de Precios de la Producción Industrial (PPI) en Portugal presentó una tasa de variación interanual del 20,7%.
Por lo tanto, nos encontramos en una situación de inflación mundial generalizada. Si, por un lado, la falta de materiales limita las ventas, por otro el aumento de los precios de los materiales y de la energía limita los márgenes, ejerciendo una gran presión sobre las empresas y, por consiguiente, sobre los consumidores.
Europa no sólo depende del gas natural ruso
La invasión rusa de Ucrania no ha hecho más que agravar una situación ya precaria. Incluso en un escenario optimista de un conflicto de corta duración, las perspectivas económicas no son alentadoras.
La dependencia de Europa Occidental del gas natural ruso es bien conocida, pero hay otros productos menos conocidos que son igualmente importantes para la industria, como el neón, el paladio y el aluminio.
Los primeros se utilizan en la fabricación de componentes electrónicos y semiconductores. En el caso del neón, Rusia produce alrededor del 90% del mercado mundial, lo que ejerce una importante presión sobre una industria que ya tiene dificultades para satisfacer la demanda. Por otro lado, con el esfuerzo bélico es posible que las fábricas de semiconductores aumenten la producción de componentes de grado militar en detrimento de los componentes de uso civil.
El escenario bélico, que ya es bastante malo en sí mismo desde el punto de vista humanitario, provoca otras ondas de choque, que afectan a una economía mundial debilitada por la pandemia. Pero si COVID era una fatalidad, esta guerra ya era perfectamente evitable.
Miguel Allen Lima
ARQUILED CEO