Plan de ahorro energético de Portugal: ¿una oportunidad perdida?
Bastará para lograr la obligación coyuntural, pero menos tópicos y más ambición nos permitirían avanzar más rápido en la necesaria descarbonización de la economía
Es bien sabido que la invasión de Ucrania por parte de Rusia puso de manifiesto la dependencia energética de Europa de los combustibles fósiles rusos, concretamente del gas natural, lo que provocó una escalada de los precios de la energía que agravó la inflación, incrementó notablemente los costes de producción y enfrió significativamente la actividad económica, poniéndonos a las puertas de una recesión. Incluso recientemente, parecía estar en juego la seguridad energética de la población.
Para hacer frente a este conjunto de retos, la UE creó el plan REPowerEU para acelerar la transición energética y lo complementó con un acuerdo para una reducción voluntaria del 15% de la demanda de gas natural hasta marzo de 2023, tras lo cual se elaboró en Portugal el Plan de Ahorro Energético 2022-2023 (PAE), un instrumento que enumera un conjunto de recomendaciones y obligaciones (en el caso de la Administración central) con las que el Gobierno portugués estima alcanzar el 31% del objetivo voluntario europeo. El resto se logrará con las medidas en curso en el ámbito del Plan de Recuperación y Resiliencia (18%) y con la nueva capacidad solar fotovoltaica que se instalará en el país (63%). Sumando todos los componentes, se espera una reducción de alrededor del 17% a finales de 2023, en comparación con el 15% del objetivo voluntario y el 7% al que Portugal está obligado, debido a la excepción para países con interconexiones limitadas a otros Estados miembros.
¿Que incluye el plan en iluminacion?
El PAE 2022-2023 incluye 16 medidas con distintos plazos de aplicación, dirigidas a la administración pública, central y local, y al sector privado. De ellos, 12 se refieren a comportamientos y recomendaciones, tres a formación y capacitación y uno a comunicación y sensibilización. Además de centrarse en el ahorro energético, también se contempla la eficiencia hídrica (y con razón, pues ya hemos recomendado que ahorrar agua es ahorrar energía), en una visión holística del sector energético, y la movilidad. La duración de las medidas puede ser temporal o permanente e implicar o no inversión.
Limitemos el análisis a las medidas para la administración pública en los ámbitos de la iluminación LED, centrándonos en el alumbrado público, y la eficiencia hídrica.
En el campo de la iluminación, se presentan dos medidas:
- Reducir el consumo de energía relacionado con la iluminación interior y exterior;
- Reducir el consumo de energía asociado al alumbrado público.
La primera contempla acciones coyunturales en materia de iluminación decorativa y otro tipo y medidas de sentido común como fomentar el uso de la luz natural, apagar la iluminación interior siempre que el espacio no esté en uso y después de las horas de trabajo, y ajustar la intensidad de la iluminación a las necesidades y ritmo de uso.
En las acciones que requieren inversión, en 2023 es difícil aceptar la recomendación de “sustituir la iluminación interior/exterior por tecnología LED de alto rendimiento” (¡todavía no se ha generalizado el uso de LED?!), aunque hay que aplaudir la referencia a los “sistemas de racionalización del consumo” y la “instalación de reguladores de intensidad”.
La segunda medida va dirigida a la administración pública local y propone que, sin necesidad de inversión, se ajusten los horarios y niveles de iluminación, procurando evitar que las luminarias permanezcan encendidas durante los periodos diurnos. Con inversión, es recomendable:
- Sustitución del alumbrado público interior por luminarias de tecnología LED de alto rendimiento energético;
- Implantación de sistemas de iluminación más eficientes en toda la red de alumbrado público mediante la instalación de sistemas de regulación y control, incluso sensores de presencia.
El alumbrado LED de nueva generación integrado con el Internet de las Cosas (IoT) es un cambio de paradigma en la iluminación pública. Ahorra hasta un 80% de energía, pero también transforma la forma como organizamos y vivimos en las ciudades, allanando el camino hacia ciudades inteligentes y territorios más sostenibles.
Municipios como Valongo, Moita, Cascais y otros ya se han dado cuenta de ello. Tomar ya está siguiendo el camino de una Smart Human City, utilizando el alumbrado público como base de una ciudad inteligente con un potencial de crecimiento ilimitado. Dadas sus ventajas, la adopción de estas medidas puede y debe acelerarse, sobre todo teniendo en cuenta que la inversión que el plan refiere como necesaria es en realidad una inversión de coste cero cuando se realiza bajo un proyecto ESCO en el que una Empresa de Servicios Energéticos la asume en su totalidad, siendo remunerada exclusivamente a través de los ahorros obtenidos por el municipio a lo largo de la duración del contrato.
Dado que la adopción de las medidas propuestas por el PAE 2022-2023 es voluntaria, y no abogamos por lo contrario, nos parece que sería pertinente incluir mecanismos de incentivación que dieran un nuevo impulso a su adopción, cosa que no ocurre y es lamentable.
Medidas de eficiencia en el uso del agua
También en términos de eficiencia hídrica, el PAE 2022-2023 dice las cosas correctas, pero no tantas como debería, en nuestra opinión.
El despilfarro de agua en la red pública asciende a la exorbitante cifra de 174 millones de m3, unas 252 piscinas olímpicas al día. Cuando hablamos de eficiencia hídrica y gestión de los recursos hídricos, parece inevitable optimizar la red pública de abastecimiento. Sin embargo, el plan no le dedica ni una sola palabra. No es que las propuestas presentadas no sean todas válidas, pero una vez más suelen ser tópicos y medidas de sentido común sin potencial transformador. No mencionar siquiera la necesidad de monitorear y controlar más eficazmente la pérdida de agua de la red pública nos parece un fracaso importante y una negativa de la administración pública a afrontar el problema y encontrar soluciones para resolverlo.
PAE: ¿una oportunidad perdida?
En resumen, ¿qué aporta de nuevo el Plano de Ahorro Energético de Portugal 20022-2023? Muy poco, por desgracia. Será suficiente para el objetivo inmediato que pretende alcanzar, y en ese sentido puede ser que no sea el documento ideal para grandes noticias, pero la verdad es que nos deja con ganas de mas.
La mayoría de las medidas son recomendaciones que deberían haberse aplicado hace tiempo. Y en las medidas algo más ambiciosas, aparte de las ventajas derivadas de su aplicación, una vez comprendidas por los distintos agentes, no se presentan incentivos por el cambio.
Sin duda es importante que cada entidad o ciudadano se reivindique como agente responsable de ese cambio, pero el papel de los agentes de las políticas públicas es también crear las condiciones y los incentivos para que se produzca, sobre todo cuando es importante que adquiera un carácter permanente. Además de asumir las inherentes, obviamente.
Por las razones ya expuestas, nos parece que podría haber ido más lejos.
Miguel Allen Lima
ARQUILED CEO