África: desarrollo y sostenibilidad fuera de la red eléctrica
Con la expansión tradicional de la infraestructura eléctrica demostrando ser un tremendo desafío, eliminar la pobreza energética en las áreas rurales del continente africano dependerá de la implementación de proyectos fuera de la red basados en fuentes de energía renovables
Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), alrededor del 11% de la población mundial, es decir, 770 millones de personas, sigue sin tener acceso a la electricidad. De ellos, más de la mitad se encuentran en el África subsahariana (ASS), especialmente en las zonas rurales[1]. Esto significa que, en la segunda década del siglo XXI, un asombroso 68% de la población que vive fuera de las ciudades en ASS no tiene acceso a este bien esencial.
La electricidad es actualmente una condición para el desarrollo humano y económico, habiéndose fijado el «acceso universal a servicios energéticos asequibles, fiables y modernos» como una de las metas a alcanzar para 2030 en el marco de la aplicación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas.
Por desgracia, se calcula que solo el 60 % de la población del África subsahariana tendrá acceso a la electricidad a finales de la década. De hecho, el numero de personas sin electricidad estaba disminuyendo desde 2014, año en que se invirtió la tendencia y aumentó un 4% de 2019 a 2021, tras la pandemia de COVID-19, que provocó la primera recesión del continente en 25 años. La invasión rusa de Ucrania, al aumentar significativamente el precio de la energía, solo habrá empeorado las cosas, alejando aún más al continente del objetivo de 2030.
África es el continente con el mayor índice de crecimiento demográfico. Casi una de cada dos personas nacidas en la próxima década será africana. Paralelamente al crecimiento demográfico, se prevé una creciente demanda de energía, asociada al desarrollo económico y al aumento de la renta disponible de las familias.
Sin embargo, la electrificación ha resultado ser un gran desafio debido a los costes asociados a la ampliación de la infraestructura de la red eléctrica, además de las larguísimas distancias, la falta de mano de obra cualificada y las dificultades de mantenimiento. Aunque se triplicara la inversión actual en la ampliación de la red, no se alcanzaría el objetivo fijado por las naciones unidas.
Ampliar la red no sólo es difícil y caro; también lleva tiempo. Sin duda, algunas comunidades rurales tendrían que esperar décadas para disponer de electricidad y, por tanto, seguirían privadas de servicios básicos esenciales para su desarrollo. La dificultad de acceso a la electricidad es, por tanto, un obstáculo para el progreso de África, sobre todo en el África subsahariana.
Pero la baja electrificación es también una oportunidad para marcar la diferencia aumentando el uso de energías renovables. Si el modelo tradicional de expansión de la red eléctrica resulta problemático y una parte importante de la población rural africana persiste en la pobreza energética, urge transformar el modelo.
Off-grid: repensar la infraestructura eléctrica
Por tanto, es esencial replantearse la propia noción de infraestructura eléctrica, concretamente incorporando soluciones sin conexión a la red basadas en fuentes de energía renovables.
África cuenta con cerca del 60% de los mejores emplazamientos para la producción de energía solar a escala mundial, pero sólo el 1% de la energía fotovoltaica se produce en el continente. A pesar de este enorme potencial, el porcentaje de energías renovables no hidráulicas en la combinación energética del África subsahariana es muy bajo.
Este potencial de energías renovables puede y debe ser aprovechado por los Estados para ampliar el acceso a la electricidad manteniendo bajas las emisiones de carbono. ¿Cómo? Mediante la implantación de sistemas descentralizados de generación distribuida fuera de la red, minirredes y autónomos, que pueden contribuir extraordinariamente a la electrificación de las zonas rurales del continente, utilizando energía solar fotovoltaica o soluciones híbridas que la combinen con otras fuentes de energía renovables.
La electricidad para todos en África dependerá de la rapidez con que se adopten soluciones de este tipo, al tiempo que se procede a la expansión de la red eléctrica en las zonas suburbanas.
Saltarse pasos: el (buen) ejemplo de las telecomunicaciones
Existe incluso un paralelismo con lo ocurrido con las telecomunicaciones. Al contrario que en Occidente, donde la red de telefonía fija se implantó en el siglo XX, esto no ocurrió en África, donde la cobertura de la red fija sigue siendo escasa.
Sin embargo, gracias a la red móvil celular (también conocida como telefonía móvil), África ha conseguido dar un salto en telecomunicaciones e Internet: en Angola, por ejemplo, la penetración de la red móvil supera el 50%, mientras que la red fija sólo representa el 0,4% y en los últimos seis años ha caído a un residual 0,2%.
En 2019, más africanos tienen acceso a redes de telecomunicaciones que a electricidad. E incluso en el África subsahariana, solo alrededor del 20 % de la población no tiene acceso a una red de telefonía móvil, a pesar de que el 65 % de los que sí lo tienen no hacen uso de ella.
A finales de 2020, había 548 millones de cuentas de pago por móvil en el África subsahariana. En Kenia, Safari Telecom se ha convertido en líder de los micro pagos, utilizando saldos de teléfonos móviles de prepago como método de pago alternativo a una cuenta bancaria. Con esta innovación, millones de personas pueden ahora realizar pagos electrónicos sin tener siquiera una cuenta bancaria.
La lección es que la evolución puede saltarse pasos. Y no hay razón para no creer que no pueda hacerse también en la distribución de electricidad. Yo creo que sí, y que la solución pasa por la energía solar.
Iluminación solar autónoma
Terminaré con un ejemplo concreto de lo que se puede hacer. En 2016, ARQUILED, junto con el Instituto Superior Técnico, puso en marcha un proyecto de investigación en el marco de Portugal 2020, cuyo objetivo era desarrollar una luminaria solar sin conexión a la red eléctrica. Fruto de este trabajo nació la luminaria GEMINI (I y II), una luminaria de alumbrado público 100% autónoma de la red eléctrica, que capta la energía del sol a través de paneles fotovoltaicos y la transforma en energía eléctrica, almacenándola durante el día y gestionando de forma inteligente la iluminación que proporciona durante toda la noche. GEMINI I se ha diseñado específicamente para regiones del planeta con alta radiación solar durante todo el año y donde la red pública es inexistente o reducida.
Es este tipo de proyecto el que tiene sentido implantar en el continente africano. Aprovechar la abundante exposición a la radiación solar, la evolución de los paneles fotovoltaicos (cada vez más asequibles y eficientes) y las baterías (igualmente) para revolucionar el acceso a la electricidad en las zonas rurales y remotas de este vasto continente, y aumentar la calidad de vida de las comunidades locales al permitir desarrollar distintos sectores de la economía, conservar alimentos, medicinas y vacunas, leer o estudiar por la noche o simplemente escuchar las noticias en un simple teléfono.
Hoy disponemos de la tecnología para dar este salto.
Se trata de un cambio de paradigma, pero que cada vez tiene más sentido, con la enorme ventaja de utilizar fuentes de energía inagotables, contribuyendo así a la descarbonización de la economía y a un futuro más sostenible.
Miguel Allen Lima
ARQUILED CEO
[1] Justo, C.D.; Tafula, J.E.; Moura, P. Planning Sustainable Energy Systems in the Southern African Development Community: A Review of Power Systems Planning Approaches. Energies 2022, 15, 7860.