La importancia de la transparencia en la acción por el clima
La confianza mitiga la resistencia y fomenta y acelera el cambio. Cuanto mayor es la urgencia, mayor es la necesidad de transparencia. A todos los niveles.
Uno de los puntos más positivos que ha dejado la 29ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, conocida como COP29, es el acuerdo para crear un mercado mundial de carbono regulado, que materializa por fin el último punto pendiente del Acuerdo de París (artículo 6), casi 10 años después del inicio de las negociaciones.
Transparencia: un valor fundamental
El acuerdo sobre esta cuestión dependía de la credibilidad del sistema, de las garantías de que su aplicación a escala mundial conduciría a una reducción efectiva del nivel de emisiones de gases de efecto invernadero. El acuerdo alcanzado ahora se centra precisamente en la «credibilidad y transparencia» del sistema, evitando la “doble contabilidad”.
En la práctica, el mercado del carbono permitirá a los países que emiten poco dióxido de carbono (C02) vender licencias de emisión, bajo la gestión de las Naciones Unidas, con garantías y registro. Se obtendrán créditos de carbono por cada tonelada métrica de emisiones ahorradas mediante la ejecución de proyectos como la plantación de árboles o la construcción de parques eólicos en países menos desarrollados, con la garantía de que se velará por la integridad medioambiental mediante revisiones técnicas.
Este tipo de medidas no está exento de críticas, ya que algunos Estados y organizaciones afirman que el acuerdo promueve el «lavado verde», afirmando que «los mercados de carbono que permiten compensaciones – que son esencialmente permisos para seguir contaminando – no son acción climática».
Como casi siempre, es importante ver cómo se hará realidad este mercado. Por eso es tan importante la existencia de organizaciones internacionales que gestionen un sistema mundial de divulgación medioambiental.
Carbon Disclose Project
«Quien mide, sabe» es una famosa frase atribuida a Lord Kelvin[1], científico inglés del siglo XIX. Esta frase refleja el fundamento del proceso científico y la necesidad de poder basarse en datos objetivos para obtener una visión factual de la situación.
Con este espíritu se creó en 2000 el Carbon Disclose Project (CDP), una organización no gubernamental sin ánimo de lucro que pretende animar a empresas, municipios, estados y otras entidades a ser transparentes sobre su huella de carbono y, en función de la información que facilitan, las clasifica en una escala de la «A» a la «D» (reservando la «F» a las entidades que no facilitan información).
Podríamos pensar erróneamente que esta evaluación (o puntuación) es una medida de lo sostenible o ecológica que es una organización. No directamente. La puntuación sólo nos da el nivel de conocimiento y actuación de una organización sobre el ciclo de carbono de su cadena de valor.
En pocas palabras, una organización de nivel D (Divulgación) puede responder a todas las preguntas del cuestionario, pero lo que determinará la puntuación otorgada es la exhaustividad de los datos, tanto la cantidad de datos comunicados como su importancia relativa para los usuarios. El nivel C (Concienciación) mide la exhaustividad de la evaluación de una organización sobre cómo las cuestiones medioambientales se entrecruzan con su actividad. Una puntuación de concienciación no indica que una organización haya tomado medidas para abordar las cuestiones medioambientales más allá de la detección o evaluación inicial. Este ya no es el caso de una organización de nivel B (Gestión), porque los puntos de gestión se conceden para demostrar que se han llevado a cabo acciones asociadas a una buena gestión medioambiental. Y, por último, las organizaciones de nivel A (Liderazgo) son las que lideran su huella ambiental, demostrando las mejores prácticas en las estrategias que adoptan y las acciones que llevan a cabo.
Por tanto, estamos ante un sistema que sólo mide cómo gestionamos las emisiones en la cadena de valor. Pero, volviendo a Lord Kelvin, el mero hecho de que empecemos a medir significa que vamos a aprender, a adquirir conocimientos. Significa que surgirán oportunidades de mejora, que tendremos que abordar las situaciones más problemáticas. Y con este proceso, poco a poco iremos mejorando.
Otro efecto, no desdeñable, es la diferenciación positiva que este tipo de puntuaciones permite lograr de cara a los clientes y a la sociedad en general.
Hace unos 30 años, era un factor diferenciador para una organización estar certificada según el sistema de gestión de calidad ISO9001. Era habitual (y sigue siéndolo) que sólo las empresas con esta certificación fueran aceptadas en las licitaciones. Talvez haya llegado el momento de que el CDP se incluya como factor diferenciador en las distintas cadenas de valor. No sólo el Estado debería empezar a seleccionar de esta manera, sino que las propias empresas deberían exigir esta información a sus proveedores y socios. Sería una forma gradual de alinearnos con unas prácticas necesariamente cada vez más sostenibles en las que la transparencia es fundamental.
[1] William Thomson, matemático y físico británico (1824-1907) que llevó a cabo importantes investigaciones sobre el análisis matemático de la electricidad y la termodinámica, es el creador de la escala Kelvin, la escala de temperatura absoluta. Recibió el título de Lord Kelvin en honor a sus investigaciones.
Miguel Allen Lima
ARQUILED CEO