Los locos años veinte… del siglo XXI
Hasta ahora, la década que vivimos podría describirse como una tormenta perfecta de crisis en cascada. Pero es precisamente en estos momentos cuando es importante saber aprovechar las oportunidades
En la resaca del final de la Primera Guerra Mundial, la década que siguió se caracterizó por la euforia y se conoció como «los locos años veinte«. Cien años después, los locos años veinte han vuelto, pero ahora por las peores razones.
2022 no fue un año fácil. Pandemias, guerras, crisis energéticas, inflación y sucesos extremos son algunos de los acontecimientos que la han marcado.
En los dos primeros años de la década, la pandemia de COVID-19 frenó brutalmente el desarrollo económico e incluso civilizacional.
Todavía en modo pandemia, a principios de año estalla en Europa una guerra con repercusiones mundiales, peligrosamente parecida a la antesala de las grandes guerras.
Al mismo tiempo, las cadenas de suministro, ya perturbadas por la pandemia, sufren un nuevo revés: la falta de materias primas y el aumento de los precios, que culminan en restricciones comerciales con Rusia. Y mientras tanto, como consecuencia de la dependencia de los combustibles fósiles de ese país, se ha desatado una tremenda crisis energética.
Al mismo tiempo, la industria de los semiconductores, ya sometida a la presión de la creciente demanda de vehículos eléctricos, está alargando durante años los plazos de suministro de componentes, lo que supone una grave limitación para los sectores de la automoción, la electrónica y la informática.
Para coronar este annus horribilis, la guinda del pastel: una inflación como no se había visto en mucho tiempo, seguida de una espectacular subida de los tipos de interés.
Y aquí estamos: bienvenidos a los locos años veinte del siglo XXI.
La luz al final del túnel
Pero, como sabemos, toda crisis genera oportunidades; a pesar de las dificultades, es necesario mantener una actitud positiva, identificarlas y aprovecharlas.
Hace tiempo que está claro que la forma en que hemos agotado los recursos del planeta no es sostenible. Y la humanidad no puede sobrevivir a el planeta. El eslogan es real: realmente no existe un planeta B, al menos no todavía. Por eso es imperativo que reduzcamos nuestra huella ecológica.
En este contexto, la primera oportunidad que no hay que desaprovechar es el impulso para acelerar la transición energética.
Portugal y España son buenos ejemplos de las ventajas de invertir en energías renovables, que ya nos están protegiendo de los astronómicos precios de la energía que se practican en el norte de Europa. No es casualidad que la Unión Europea pusiera en marcha el programa RepowerEU para acelerar la transición energética e invertir en producción renovable.
Una segunda oportunidad es fomentar la producción y la industria locales. Estamos asistiendo a una gran concentración de la industria en Oriente, en particular en China, la «fábrica del mundo», que en 2021 ya representaba cerca del 29% del total de la fabricación mundial. La política china de Cero COVID ha provocado frecuentes encierros de ciudades enteras, limitando gravemente la producción industrial. Al mismo tiempo, el coste del transporte marítimo ha aumentado cerca de un 700%. La combinación de estos factores contribuyó en gran medida al aumento de la inflación y a la escasez de diversos productos.
La sabiduría popular dice que «no hay que poner todos los huevos en la misma cesta», pero eso es exactamente lo que ha hecho Occidente y los resultados están a la vista.
Ha llegado el momento de cambiar. Es hora de volver a promover las industrias locales, animarlas a crecer y desarrollar los ecosistemas locales. No sólo ganamos en independencia y resistencia, sino que además somos más respetuosos con el medio ambiente porque, como sabemos, el transporte marítimo representa una gran parte de las emisiones de CO2. Fabricar y comprar localmente también es una forma de sostenibilidad.
Si queremos un futuro mejor, debemos gestionar mejor los recursos del Planeta. Ahorrar energía y ahorrar agua. Producir energía limpia y reducir las emisiones son acciones necesarias para un mundo mejor.
Que lo bueno que nos quede de estos locos años veinte sea que, frente al abismo, hemos encontrado por fin la inteligencia y la voluntad de cambiar de rumbo hacia un futuro más sostenible.
Miguel Allen Lima
ARQUILED CEO